"Descubro en Mauro al profesor de historia, a la persona apasionada, que vibra transmitiendo conocimientos. Tal vez sea el alcohol o la calidez de este bar, a pesar de ser de piedra logra conservar el calor que sale de una chimenea del fondo, o porque durante una hora, ninguno de los dos habla de muerte, ni de ausencias, ni de rupturas, lo que hace que me sienta muy a gusto y, por primera vez en semanas, despreocupada, liberada de esa angustia que me tenía presa desde que llegué a Novariz."
Carlos Montero. El desorden que dejas. Ed. Espasa. 2016. Pág. 270.
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