"Por fin llego hasta el instituto. Creí que no lo iba a lograr, que iban a tener que venir a rescatarme. Ya no hay nadie por ahí. Las puertas están cerradas. Veo mi coche aparcado y subo. Empapo todo el asiento. Mi ropa está chorreando. Yo entera chorreo. Me miro en el retrovisor. Parezco un fantasma, un espectro.
No soy ni la sombra de la mujer que llegó a Novariz."
Carlos Montero. El desorden que dejas. Ed. Espasa. 2016. Pág. 287.