miércoles, 1 de octubre de 2014

El superventas gallego del siglo XVIII


Plaza Feijóo en Oviedo, con su estatua
Galicia recuerda hoy la figura del Padre Feijoo, con motivo del 250 aniversario de su muerte. Fue el superventas del siglo XVIII con ensayos críticos, al sumar 200 reimpresiones y un millón de lectores. Sus publicaciones se encontraban en las estanterías de los pazos y de los monasterios de la época, además de lograr un importante eco en el exterior, después de que fueran traducidas al francés, italiano, inglés, alemán y portugués. Y, a pesar del transcurso de los años, su perspectiva crítica, su modo de analizar las cosas y de denunciarlas, permanece absolutamente vigente. Esa es la razón por la que está considerado "el padre del ensayo moderno", destaca el director del Archivo Histórico de Ourense, Pablo Sánchez Ferro.

La contribución del Padre Feijoo fue fundamental para cambiar la mentalidad de su época, al combatir las supersticiones y decantarse por un pensamiento crítico, desde un apostura un tanto escéptica, por lo que fue denominado el "Desengañador de las Españas", además de "Sol de España" y "Colón de las Ciencias". Tuvo una gran influencia en la reforma de la universidad.

Fue una de las primeras personas que defendió el ideario feminista. En una de sus obras argumenta que "defender a todas las mujeres es como ofender a todos los hombres", en pleno siglo XVIII, "donde la mujer estaba plenamente postergada", apunta el director del Museo Arqueológico de Ourense, Julio Rodríguez.

El Padre Feijoo utilizaba un lenguaje "sencillo, natural, directo", que permitía hablar de diversas materias en un mismo ensayo y dejar abiertas preguntas en lugar de cerradas, por lo que entronca con la tradición de la literatura mixta, tipo enciclopédica, que "abordaba varias materias sin ahondar mucho", matiza Sánchez Ferro.

El archivero contempla al Padre Feijoo como un pensador crítico. "Fue una persona con un saber enciclopédico sobre muchas materias, sin ser realmente erudito en ninguna de ellas. No destacó por ninguna aportación científica relevante en ningún campo". Sin embargo, sobresale por su capacidad de divulgación del pensamiento crítico, al cuestionar el pensamiento deductivo aristotélico escolástico, que "daba el principio de autoridad como lo más importante". En aquella época se consideraban incuestionables los postulados de Aristóteles, Galeno y otros científicos de renombre. Frente a este modelo, el Padre Feijoo, por influencia de diversos movimientos europeos, se decantó por adoptar una filosofía un tanto escéptica. Se sumó al pensamiento inductivo, que le permitía llegar a conclusiones, tras analizar numerosos casos particulares. Esto se encuentra en línea con el pensamiento científico actual. Mediante esta técnica, desveló muchos errores que había en el pensamiento común, como falsos milagros y supersticiones, demostrando que tenían explicaciones naturales.

Tenía una pluma fácil. Sánchez Ferro destaca que el Padre Feijoo "escribía de primera mano y casi no retocaba luego los ensayos". Tiene 280 escritos. Ocho tomos del Theatro Crítico Universal, el suplemento y cinco tomos de las Cartas eruditas y críticas.

El Padre Feijoo fue continuador del Padre Sarmiento en algunas áreas del conocimiento. La colaboración entre ambos fue estrecha. Ferro se posiciona entre los que consideran que el Padre Sarmiento fue "algo menor", a pesar de que tuvo más peso en el campo de la erudición. "El Padre Sarmiento ejerció oficiosamente de secretario del Padre Feijoo. Sarmiento era quien le proveía de lecturas, desde Madrid, porque a Oviedo no llegaban las novedades científicas de Europa", señala.

El Padre Feijoo tuvo importantes apoyos y grandes defensores entre la intelectualidad madrileña, de los jesuitas, de los benedictinos -su propia congregación- de Fernando VI, que sacó un edicto en el que prohibía que se cuestionasen sus obras, y de Carlos III. Pero también sufrió importantes ataques, de Salvador Joseph Mañer, que publicó el Anti-Theatro Crítico, porque Feijoo puso en cuestión con sus ensayos el modo de vida de muchas personas. Entre otras polémicas, criticó las cátedras universitarias, porque "siempre estaban impartiendo las mismas materias, sin entrar en la sustancia de las cosas". También tuvo una confrontación con el franciscano Soto Marne, después de que Feijoo explicara que el milagro atribuido a las flores de San Luis lo propiciaban unos gusanos, actividad de la que vivía mucha gente.

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