"Al
subir á una pequeña colina quisimos mirarlo por vez postrera, pues quizás nos
alejábamos de él para siempre, y en verdad que el espectáculo era sublime en
demasía.
La
campana de la iglesia con su alegre repiqueteo anunciaba á los sencillos
labriegos que su mísera comida los esperaba en el hogar, por un momento
deslizáronse en confusión por los estrechos senderos, hombres y ganado que se
dirigían á las chozas; extinguida la voz de la campana, fuéronse desvaneciendo
las espirales de humo que brotaban de los encendidos hogares, y todo quedó en
ese silencio que precede en la época de los calores, á la hora de la siesta.
El
sol, cayendo perpendicular, inundaba el sombrío monasterio de rojizos reflejos
y hacía fulgurar las bullidoras aguas que murmuraban secretos misteriosos en
desconocido idioma.
Momentos
después, alejados ya del vetusto monasterio, no quedaba mas que un recuerdo
informe en nuestra mente."
No hay comentarios:
Publicar un comentario