jueves, 2 de marzo de 2017

Una visita al convento (IX)


"Tiene 47 piés cuadrados, los lazos de la bóveda fenecen en cuatro pendientes á las que sirven de base otras tantas columnas estriadas, asombrosas por su rara y original construcción, pues por cualquier lado que se coloque el observador amenazan desplomarse sobre él, aventajándole, como se vé, á las tan decantadas de la colegiata del Sar de Santiago que solo están inclinadas en una dirección.

En la antigüedad no solo era esta sacristía célebre por su singular y magnífica construcción, sino también por lo valioso de su ornamentación.

Tenía tres altares en la testera, y los retablos estaban invadidos de medias tallas, brazos, etc., de santos, con costosos viriles que contenían preciosas  y veneradas reliquias.

En medio había el cajón de la plata con dos altares del mismo metal.

Muy luego de entrar, á los dos lados había otros dos artísticos retablos.

Tenía cuatro grandes espejos traídos directamente de Venecia y lienzos de afamados artistas entre los cuales aún se conserva uno de Andrea del Sarto.

Mucho más tendríamos que decir de esta nunca bien ponderada iglesia, pero ni el tiempo escaso nos lo permite, ni nuestras cortas facultades lo alcanzan.

Dimos, pues, el último adios al convento, despedimonos del cura y dejamos con pesar aquella gloria de Galicia que amenaza desaparecer para siempre."  
 
Heraclio Pérez Placer,
“El Escorial de Galicia”, El Álbum Literario, 2 de decembro de 1888, nº44, páx. 3-4. 

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