jueves, 19 de diciembre de 2013

La expulsión de los diablillos

"Antes debía ir con las tías a la catedral  para asistir a la ceremonia de la expulsión de los diablillos, que tenía lugar los días de la Santa Cruz y del Corpus Christi (...)

  Yo sentía una gran ansiedad por ver a los desdichados posesos, cuya descripción me había hecho tantísimas veces, llena de aracaicos terrores, la criada Joaquina. Ella mismo había tenido una hermana tan infestada por el genio del mal que tuvieron que llevarla varias veces a la Romería de los Gozos y otras tantas a la de los Milagros, antes de haberse visto libre en la que hizo al Cristo de Auria de aquella bestial intromisión, pasándosele en tales esfuerzos la flor de los años y quedando luego tan estragada que murió pronto de las resultas, pero al menos murió en la gracia de Dios.

  No bien entramos en la catedral ya oímos unos gritos, como bramidos de animales, que fueron precisándose a medida que nos acercábamos a la capilla del Cristo, hasta que se concretaron en palabrotas y juramentos que lanzaban aquellos infelices."

Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997, páx.132

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