viernes, 13 de diciembre de 2013

¡Hala para casa, pillabán!

"Y con la misma, sin soltarme ni decir más palabras, cruzamos el claustro gótico, y, poniéndome en la puerta de la calle del Tecelán, me dio suelta como a un gorrión hacia el lucerío de la rúa, diciéndome mientras me alejaba: (...) ¡Hala para casa, pillabán!"

Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997,  páx. 78

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