sábado, 21 de diciembre de 2013

Gotas tempestuosas

"-Ya me parecía a mí, este bochorno...! El cielo muéstrase opaco y amenazador -no bien lo había dicho, un trueno retumbó propagándose en ecos por las rúas.  En el cruce de las calles se levantaron remolinos de polvo y papelorios. Apretamos el paso en la obscuridad, con tiempo apenas suficiente para alcanzar los soportales de la Plaza Mayor, cuyo espacio central recibía ya, con rumor atamborilado, el golpeteo de las gotas tempestuosas. Salían en aquel instante, retrasados por la insubordinación de las fiestas, de los bajos del Ayuntamiento, los faroleros, abultados por sus grandes corozas de paja para la lluvia que les daban un aire de mascarones ebrios. Llegaron chorreando, sólo con cruzar, y aplicaron a los farolones del soportal la estopa chisporreante, metiéndose luego por la sombra de las callejas dejando tras sí el tufo del petróleo.

(...) Pepín Pérez, el cronista social de El Eco de  Auria, distinguido poeta local y pianista del teatro...

Eduardo Blanco-Amor, La catedral y el niño, ed. Galaxia, Vigo 1997, páx.144/145

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