sábado, 28 de diciembre de 2019

Pieiro

“Aquellos infelices se sentían sobrecogidos como si por encima de sus cabezas batiese las alas un gran pájaro siniestro. Sus sombras se proyectaban sobre los muros bailando una danza grotesca. Acurrucados unos contra otros, apenas se atrevían a respirar, salvo el señor Vigairo, que tomó la palabra:

-De otro de estos capitanes de los lobos oí hablar yo, siendo rapaz, a mi abuelo, que en paz descanse, el que vino de fuera y arraigó aquí al casarse con mi abuela. También contaba de uno de su tierra, que era “pieiro” y se llamaba Pedro. Encomendaba los animales perdidos para librarlos de los lobos y acertaba si ya estaban comidos o si estaban salvos; otras veces echaba los lobos contra la gente. (...)

-Así –prosiguió- libraba de mal al ganado, pero otras veces metíase en un circo que trazaba en el suelo, silbaba a los lobos en el monte y le venían a comer en la mano porque los tenía sujetos con encantos. Y cuando no quería bien a alguno le mandaba los lobos. El Santo Oficio lo hizo quemar.”

Martínez-Barbeito, Carlos. El bosque de Ancines.  Ayma editor de Barcelona, 1947. pág. 127-128.

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