jueves, 30 de octubre de 2014

Más derecho

"Hay que descender rúas encostadas o seguir desde la Huerta del Concejo el camino de las puentes de los
Pelamios y la Sila, el que sigue a Noalla. Las Burgas interesan vivamente al joven Feijóo. Brotaban en una especie de foso descuidado entre malezas, desperdicios y agitación constante de mujeres y chiquillería. Las aguas sobrantes corrían entre huertos al río de la Barbaña.

  Para ir a Allariz, sin embargo, no tenían necesidad los viajeros de descender a Las Burgas y seguir el camino de Noalla. Pues más derecho es el del Posío. Dejando atrás la rúa popular del Pelouriño, o por la Puerta da Aira, saludando a la iglesia y abadía exenta de la Trinidad, el camino entre huertos de altos muros se dirige por Seixalbo a subir en dos tiempos la diferencia de altura entre el valle del Miño y el del Arnoya. Las cuestas del Cumial y de Taboadela significan dos graderías o resaltes que es necesario vencer. Orense, autorizado por sus torres religiosas, brillantes de sol los peñascos de Montealegre, se rinde a la pereza de la breve tarde. Es prudente pasar el Cumial en pleno día. Se van despidiendo los viajeros del paisaje de Orense que parece más hondo al insinuarse la niebla vesperal en el sentido de correr de los ríos. Respiran un ambiente más alto, de más franco invierno, en la llana tierra de La Rabeda, de centenos y prados, cruzan el Barbaña al lado de los célebres mesones de
Calbos. Los ojos hace tiempo saludan la fina silueta del Outeiro de Boa Madre, el hito que señala la inmediación de Allariz. En los horizontes van surgiendo y ordenándose desde la cuesta del Cumial las lejanas sierras. Con la subida de Taboadela -el padre no dejará de contar a su hijo historias de Santa Mariña de Augas Santas, la tierra vistosa de su esposa, y del devoto santuario- se alza lentamente el labio izquierdo del valle del Arnoya. Miran abajo, ya ocultándose en los repliegues, el castillo de Torén.  Quizá la noche se cierre en Folgoso. Queda a la derecha de los viajeros del Outeiro de Boa Madre. Sobre el cielo se destacan, negros, los resaltes rocosos del alto umbral de la Limia. Hace tiempo saludan el cuádruple brote de torres del castillo de Allariz sobre su alto cerro. La calzada, de recio empedrado, indica la proximidad de la villa. Entran por el puente de fina curva. En la cocina del Mato arde un fuego potente y alegre, de los inviernos de montaña.

  Una larga calle al pie del cerro del castillo aun liga hoy la villa con el arrabal de Vilanova. Los aspectos campesinos se mezclan con las calles, pero en la villa fuertemente murada se impone el tipo y sello de hidalguía. Como Ribadavia, Allariz tuvo desde su origen la calle como algo desglosado del "rueiro" aldeano. Muchos linajes la habitan y muy buenos oficios florecen en la antigua "llave de Galicia", cruce de los caminos de La Limia y Portugal y de los que siguen el valle del Arnoya."

Ramón Otero Pedrayo, El Padre Feijóo: Su vida, doctrina e influencias, Instituto de Estudios Orensanos "Padre Feijóo", Orense, 1972, pág.48-49

Imagen: "Retrato del Padre Feijóo" de Granda. Óleo sobre lenzo. 1764-1777, Museo Arqueolóxico de Asturias. Do catálogo da exposición: "Cidadán libre da República Literaria", outubro de 2014, Ourense.

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