martes, 14 de febrero de 2017

Desde Orense á Cea (II)

A nuestros piés, bajo el soberbio puente, gime el aurífero Miño y á pocos pasos sobre nuestra cabeza pasa vertiginosa la audaz locomotora haciendo crujir el férreo puentecillo bajo el peso de sus raudas ruedas.

Las vaporosas brumas, cual por  encanto disipáronse,  y el horizonte despejado permite ver el sorprendente paisaje que ofrecen las sin rival campiñas orensanas.

Allá queda Montealegre con su falda salpicada de casitas blancas entre viñedos verdes y su cumbre coronada de silvestres pinos, sobre los cuales rústica cruz destaca sus brazos de granito.

Mas abajo el solitario cementerio con sus bosques de ciprés y sáuce, cercando el pié del franciscano convento que avaro guarda el artístico cláustro y, mas abajo aún, la gótica catedral con su moderna torre y su magnífico cimborrio, proyectando negra silueta sobre la churriguerresca iglesia de Santa Eufemia y envolviéndolo, cual si en nubes de incienso fuese, en las múltiples espirales de blanquizco humo que de las encumbradas chimeneas brota. 

A las márgenes del Loña queda la pintoresca aldehuela del mismo nombre con su antiquísimo puente coronado de festones de yedra y sus bullentes cascadas que, al rebotar de roca en roca, deja en las juncias blondas de espuma y salpica de líquidos brillantes las atrevidas casas del pueblo de Mende, que basadas en socavados peñascos, inclínanse sobre el abismo cual nido de águilas á quien solo sostienen los débiles zarcillos de la trepadora vid.

En tanto el coche levantando las nubes de polvo sigue con vertigiosa rapidez; y pintorescas aldehuelas, nuevos caseríos y variados paisajes quedan á nuestro paso.

Por las lindes del camino los morados brezos y los dorados tojos agrúpanse en confusión mezclando sus odorantes flores con la bailadora pimpinela y la escabiosa, y los arbustos de los floridos setos siéntense enlazar por la madreselva, y el convélvulo por entre cuyas bien olientes flores asoma su negro fruto la silvestre zarza.
 


Heraclio Pérez Placer, “El Escorial de Galicia”, El Álbum Literario, 14 de outubro de 1888, nº37, páx. 3.

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