viernes, 21 de diciembre de 2018

Amplias, beatíficas faldas

"El caso fue que una tarde cogió, como todas, su pequeña silla (la que le servía en las iglesias de reclinatorio) y, en vez de encaminarse al rosario, como cada día, se fue desde el Parque de San Lázaro, carretera abajo, hasta el Puente Nuevo. Allí, colocó la silla junto a la barandilla, se encaramó y, alcanzado que hubo la necesaria estatura, se dobló por la cintura, como si fuese a contemplar el agua, y se tiró de cabeza al río. Quiso la veleidosa fortuna que campanease en el aire y que sus amplias, beatíficas faldas se abriesen como un paracaídas retardando el descenso, amortiguando la caída sobre el agua, en la que quedó flotando unos momento, no lejos de la orilla y con tan buena suerte que un fortuito pescador tuvo tiempo de echarse al agua y llegar hasta ella cuando estaba empezando a hundirse.

  La atendieron en una casa de la ribera. No tenía más que un susto morrocotudo, y una de las primeras cosas que dijo al irse recobrando fue: "¡La silla!, ¡está en el puente!"."

Julio López Cid. El Río. Duen de Bux, Ourense,  2008. Pág.106

El Puente Nuevo (ou Ponte Nova) de Ourense, inaugurado en 1918, cumple este año que termina su primer siglo de existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario